Asociación El Madrid de las Mujeres Maribel Orgaz, madridmujeres@gmail.com Calle Málaga, 50 - 28100 Madrid
Durante dos años, el escritor e ilustrador José Luis González Macías recopiló información acerca de los faros del mundo y en su investigación encontró algunas mujeres fareras: «hay muy poca documentación, se pueden encontrar algunas anécdotas y curiosidades pero de muy pocas mujeres fareras o que vivieron en los faros se sabe algo».
«En Estados Unidos y en Noruega», explica el autor, «el día a día del trabajo en los faros se registra minuciosamente pero es la excepción». Lo habitual es tener un listado de los fareros pero el papel que muchas mujeres, ya fueran esposas o hijas, llevaron a cabo, se ha perdido, ha quedado oculto tras el nombre de ellos».
Era de justicia, añade el autor, intentar equilibrar este libro destacando el protagonismo que en ocasiones, lograron algunas mujeres y tres faros merecieron que en lugar de hablar una vez más de sus fareros, ellas fuesen las reconocidas: Abbie Burgess, Grace Darling e Ida Walley.
En el caso de Abbie Burguess, su historia es apenas una anécdota rescatada en el tiempo: se tuvo que hacer cargo del faro en la obligada ausencia de su padre incomunicado por una tormenta terrible durante varias semanas. Abbie trasladó a su madre y a sus hermanas, e incluso salvó a las gallinas. En el caso de Grace Darling su valentía fue reconocida en vida con honores y medallas; por último, Ida Walley fue nombrada oficialmente guardiana del Faro de Lime Rock (Océano Atlántico, América del Norte). De las tres es quizá, la más conocida.
«Se las homenajeaba poniéndole su nombre a barcos de rescate, como en el caso de Abbie».
El canal de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, realizó en 2014 un repaso a la Historia del feminismo español. En este post hacemos un resumen de los tres capítulos.
La primera figura reconocida y de la que celebramos este año su aniversario con una exposición en la Biblioteca Nacional de España es Concepción Arenal, hija de una familia de liberales que estudió Derecho en la Universidad vistiéndose de hombre porque las mujeres no podían acceder a los estudios universitarios en su tiempo.
A ella le siguió Emilia Pardo Bazán, de quien en la serie se afirma que fue tan adelantada a su tiempo que incluso hoy en día, en el siglo XXI se están adoptando ideas que ella fue capaz de captar. Por ejemplo, que las revoluciones burguesas del XIX y principios del XX no fueron, en cierto sentido, un avance para las mujeres, puesto que pese a que afirmaban la igualdad de todos los hombres, esta generalización excluía a las mujeres. Según Pardo Bazán, anteriormente, hombres y mujeres vivían en cierta manera más igualitariamente puesto que todos eran súbditos sin derechos reconocidos como ciudadanos.
Las americanas, afirma una de las profesoras de estos capítulos, han llamado a esto, La ruda igualdad de la frontera.
A estas dos pioneras españolas le siguieron un grupo de mujeres, a comienzos del siglo XX entre las que se encuentran Margarita Nelken, Concepción Arenal o Victoria Kent. Ellas encuentran un tiempo mucho más fértil a su lucha.
En los documentales de la UNED se habla no sólo de las figuras individuales, sino de cómo las guerras con su destrucción del orden establecido, fueron un empujón fuera de España a la lucha por el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas lo que implicaba que los gobiernos tenían que cambiar las leyes que las discriminaban.
En España y hasta la II República, las mujeres van en su propio contexto logrando ser visibles. Algunas leyes marcan un antes y un después, por más que su impacto fuera reducido en un primer momento: en 1857 la Ley Moyano hace obligatoria la enseñanza primaria y en 1910 se elimina la obligación de que un tutor masculino les permita estudiar secundaria y acceder a la Universidad.
Entre 1930 y 1935 hay un cambio de enorme en la legislación, las mujeres pueden votar, se reconoce el matrimonio civil y el divorcio, la patria potestad sobre los hijos y se elimina el delito de adulterio.
En la vida diaria, se afirma en esta serie de la UNED, los cambios no fueron tan grandes porque todo fue muy rápido y en poco tiempo. Además, la guerra civil y la dictadura interrumpen de manera anómala todo este proceso hasta la llegada de la democracia, en 1975. Esto supone décadas de retraso con respecto a otros países europeos.
En Santiago de Compostela tenemos una estatuta que hace honor a dos mujeres, Coralia e Maruxa, que son todo un icono de la capital gallega, y nadie mejor que ellas para comenzar esta aventura por la historia de las silenciadas. De la mano de dos mujeres que sufrieron lo que no se ha escrito, os presento a las Marías madrileñas: María Rodríguez Rivalde y María de Quiñones, mujeres del siglo XVI y principios del XVII.
María Rodríguez se asentó en la Calle Atocha 87 con su marido, Pedro Madrigal, con quien tuvo un hijo, también llamado Pedro (digámosle Pedrito, para entendernos). Años más tarde, Pedro, el padre de familia, fallece, y entra en escena la segunda de las Marías: de Quiñones, porque se casa con Pedrito. Tras todo lo malo, vino otra cosa peor: fallece el hijo del matrimonio, quedando viudas ambas mujeres.
Suegra y nuera (aunque incluso se dice que eran tía y sobrina) cometieron un gran error para vivir en el siglo en el que les tocó vivir: además de ser mujeres, querían trabajar. Esta idea no gustaba nada en la época, por lo que toda mujer debía estar casada, y no se podía trabajar sin permiso del marido, hijo o cabeza de familia. Nuestras Marías no podían regentar ningún negocio si no era bajo supervisión masculina, por lo que María de Quiñones optó por casarse con Juan de la Cuesta, un joven impresor, cuya mala vida traía por la calle de la amargura a nuestra protagonista, pero por lo menos podían ejercer como impresoras.
¿Cuál era el problema entonces? Que cuando una persona trabaja y es otra la que firma como si el resultado fuese de su autoría, ¿vosotros creéis que eso es trabajar? En mi concepto de trabajo, más allá de teorías y de elementos complejos, creo que también debe incluir un componente de reconocimiento, de que la gente sepa que tú has escrito esto, que un arquitecta ha diseñado un edificio, o que una mecánica ha arreglado tu coche.
Comprendo que la sociedad ha cambiado, evolucionado, y que no podemos mirar ni juzgar con ojos de presente comportamientos del pasado, pero yo me pregunto: ¿por qué es a las mujeres a quién se nos ha robado ese reconocimiento que siempre fue tan nuestro?
A pesar de que en 1605 se firma por Juan de la Cuesta la primera tirada de El Quijote, no olvidéis cuando veáis uno de los ejemplares de esta obra universal que seguramente fue impresa por las manos de dos mujeres que cayeron en el olvido, y que ahora, por lo menos tienen su hueco en mi recuerdo. ¿Y en el vuestro?
LAS MARÍAS DE MADRID, Sara González @escribiendoenblanco
Pleno siglo XVII. Madrid, Atocha, 87. Enero de 1605.
«No soporto más este calvario, menos mal que mediante estas líneas puedo sacar toda esa rabia que tengo. Solamente quiero trabajar. ¿Es un delito tan grave ser mujer, Señor? ¿Tan mal lo hacemos las que no somos hombres que debemos ser apartadas de toda vida más allá de la puerta de nuestro hogar? Yo no he cometido ningún crimen, y soy tratada con mayor desprecio que una asesina, cuando lo único que yo deseo es poder reflejar en los libros que imprimimos mi nombre, el de una mujer que trabaja y que no es valorada.
Hoy nos ha llegado un buen hombre con un libro para imprimir, el cual presiento que será conocido más allá de la muerte de su escritor, y tiene que llevar el nombre del dueño de nuestro negocio: Juan de la Cuesta, el cual no está completo sin poner tras él “buen mujeriego, mejor juerguista y peor marido”.
¿Qué castigo divino merecemos, Señor? ¿Están justificadas todas mis calamidades por el mero hecho de ser mujer? En mi cabeza no es capaz de entrar esta idea, ojalá alguien me la pudiese explicar, Señor, aunque no creo que nadie pudiese lograr tal hazaña.»
María de Maeztu, semblanza de un edificio: la Residencia de Señoritas
Un edificio no es solamente ladrillos y cemento. Es un espíritu vivo que recuerda un pasado, una historia y unas personas. La Residencia de señoritas, hoy Fundación José Ortegas y Gasset-Gregorio Marañón, enclavada en la calle Fortuny 53 de Madrid, “la resi”, como la llamaban sus pupilas, vive, respira. Se alza tímida en medio de la gran ciudad. Tal vez siguiendo esa modestia con la que nació en 1915. Los varones abandonaban unos hotelitos de la calle Fortuny 28 y 30 e inauguraban el flamante edificio de la calle Pinar, en lo que llamaban los altos del hipódromo y María de Maeztu aprovechando la oportunidad solicitó que la permitieran utilizar esos edificios ya viejos, en desuso, para una residencia de mujeres, chicas que irían a Madrid a estudiar. ¿A estudiar?, qué modernidad.
Los varones eran moradores de las Residencia de Estudiantes, pero las mujeres serían, en cambio, con ese mismo espíritu “Residencia de Señoritas”. Al principio solo residencia, más tarde clases de gramática, historia, taquigrafía, biblioteconomía, laboratorios, ayuda en la preparación de sus exámenes… y alojamiento, todo eso era la Residencia de Señoritas; alumnas internas o externas de toda España que quieren ir a la universidad, un nuevo modelo de estudio, innovador, laico, conferencias, excursiones a la sierra, teatro, salón con piano y formación de educación superior. “El derecho a la cultura de la mujer no es un privilegio es un deber que se cumple…”, escribió ella.
El tesón y la voluntad de María de Maeztu se hizo realidad en 1915. Ella que realizó todos sus estudios con esfuerzo y coraje le propuso a José Castillejo, Secretario de la Junta de Ampliación de Estudios, su sueño relatando su experiencia “vivo en una pensión con ruidos, olores, sin espacio, riñas, chinches… así no hay quien estudie” y su petición fue aprobada. Llevaba años estudiando las nuevas corrientes de pedagogía en el extranjero, había estudiado bajo las órdenes de Ortega y Gasset, de Unamuno, había recibido títulos y daba conferencias. Conocía las residencias del extranjero, Londres, Berlín y quiso que la mujer española pudiera tener las mismas oportunidades. Años antes había trabajado como profesora en el International Institute for Girls, una institución americana de corriente laica que establecida en Madrid ofrecía también a sus alumnas extranjeras ese tipo de residencia y enseñanza. Lo que vio lo puso en práctica. María de Maeztu fue una innovadora y una visionaria en la educación de la mujer.
Abrió la Residencia y la adecuó con apenas lo que los otros habían dejado. Afortunadamente contó con la amistad y ayuda de Rafaela Ortega y Gasset, insustituible en su labor. Solo tres fueron las primeras estudiantes que tuvo ese año. Pero gracias a su esfuerzo, tesón y dedicación año tras año creció, amplió estudios, mejoró las condiciones. Pronto las peticiones fueron demasiadas, de toda España llegaban recomendaciones para poder estudiar y alojarse allí. Poco a poco crece con más alumnas y profesoras quedando la creciente falta de espacio resuelta casi como anécdota del devenir de la historia, pues la I Guerra Mundial hizo inviable el gasto en Madrid de los dos edificios, de propiedad americana, del International Institute for Girls, donde ella había sido profesora años antes. Miss Susan Huntington, del comité de Boston, los ofrece en alquiler a la Junta de Ampliación de Estudios, lo que no desaprovecha María dejando Fortuny 53, que posteriormente comprará el gobierno, como vivienda para el nuevo grupo de chicas y Miguel Ángel 8 como sede de estudio del nuevo primer curso de 1918 del recién nacido Instituto-Escuela; clases mixtas y nueva pedagogía, prácticamente gratuita.
Una colaboración conjunta JAE –International Institute, de estudio y alumnas. María creció en responsabilidades y en deudas pero amplió las solicitudes y los espacio incorporando nuevos edificios, y lo que es no menos importante, se ajustó y cumplió un presupuesto que ciertamente era mucho menor que el concedido a la Residencia de Estudiantes, de varones. Realizó una admirable gestión administrativa procurando mantener un coste muy ajustado para las pupilas favoreciendo que se dieran clases gratuitas de inglés francés, literatura…
Desde las ventanas del edifico vemos un jardín, unos árboles y unos arbustos. Imaginamos unas flores, rosas tal vez y unos bancos donde mujeres de toda condición pasean, comentan, o leen tranquilamente. Tal vez esperan la hora de la cena. Saben que luego se reunirán en el salón y en grupos comentarán una obra de teatro, la conferencia impartida por Ortega y Gasset o leerán las cartas de sus familias. O tal vez recuerdan como Marie Curie utilizó su laboratorio en la última visita a España. El piano también guarda el eco mientras resuena la lectura poética de Concha Méndez, o la conferencia “Rutas femeninas” de Victoria Kent, o la de “Figuras y caminos” de Clara Campoamor, directiva también como ella de la FIMU, (Federación Internacional de Mujeres Universitarias), y con quien ha coincidido en sus congresos. Todo es enseñanza, incluso charlas sobre higiene femenina o sobre pintura, siendo algunas de asistencia obligada. María además es la presidenta del Lyceum Club, un espacio privado sólo para mujeres creado en 1926, con programas de realización feminista pidiendo el voto y trayectoria cultural, y también ha dispuesto que haya intercambio libre de asistencia mutua en todas las conferencias. Por ambas sedes brillarán las socias como su querida amiga María Martos, Rosa Spottorno Topete, esposa de su querido amigo José Ortega y Gasset, Zenobia Camprubí, con sus raíces americanas, o Victoria Kent la vicepresidenta del Lyceum o Matilde Huici abogadas ambas, y entre ellas las nuevas pupilas, estudiantes que se beneficiaran de la poesía de Alberti, del teatro de Rivas Cherif, o de la exposición de pintura. Todo es cultura y alimento espiritual. Nueva Pedagogía.
Ellas a través del espíritu de María de Maeztu se enriquecerán. Unas preparan oposiciones, y otras estudian en la universidad y serán eminentes abogadas como Victoria Kent. Algunas pagan una cuota inferior porque ellas mismas se encargan de la limpieza de su habitación y ropas. Recorremos los pasillos, la escalera, oímos el eco de las voces femeninas, las risas o la nostalgia de estar lejos de sus casas. Siempre tienen abierto el despacho de María, que las aconsejará o las reprenderá, pues ante todo era educadora, como solía decir en sus cartas. Seguramente tiene el despacho todavía el halo de María, silenciosa, meticulosa, constante, trabajadora abriendo las innumerables cartas de solicitud que recibe. Le brillan los ojos leyendo una petición de su querido maestro Unamuno para su amigo Isidoro Iglesias. Ella contestará diligente y, por supuesto, aceptará a la hija de su amigo.
Fueron veinte años de enseñanza y educación para la nueva mujer española hasta que la destituyeron en 1936 y partió al exilio. Pero quedó en pie el edificio, que aglutina toda su obra, que respiró todo ese valer y el entusiasmo de saber que allí miles de estudiantes conformaron una nueva generación de mujer abierta, trabajadora sin miedo al futuro. Como ella era.
María de Maeztu había nacido en Vitoria en 1881 y murió en 1948 en Mar del Plata (Argentina).
De la historia de las mujeres, decía el historiador Miguel Arévalo, se sabe poco y se sabe mal…
Totalmente de acuerdo. Los libros de historia, los manuales escolares, los museos, reportajes televisivos abordan principalmente contenidos que nos hablan de los hombres, de las grandes hazañas, de hechos protagonizados por ellos. Alguna mujer se cuela en el relato, como Cleopatra, Catalina la Grande… pero siempre tratadas como figuras excepcionales. Las mujeres como piezas clave del relato histórico brillan por su ausencia. Y son clave porque sin ellas, sin su trabajo silenciado, los distintos cambios y procesos económicos, políticos, sociales, no se habrían producido. Ellas forman parte del engranaje histórico sin que se las haya tomado en consideración.
Cuántas mujeres has abordado en tu gran empeño, Mujeres en la Historia. Y de todas ellas, cuál es la que más te ha sorprendido.
Después de más de una década de trabajo intenso son más de setecientas las mujeres que podréis encontrar en mi página web. De todas y cada una de ellas he aprendido algo diferente. Lo que más me ha sorprendido es la gran cantidad de nombres femeninos en todos los ámbitos de la vida que se conocen muy poco a pesar de ser grandes genios del arte, la literatura, la ciencia, la economía, la arquitectura…
¿En tu opinión, hay algún momento histórico (en Europa o España en particular) en el que parecía abrirse una gran oportunidad para las mujeres y a continuación, cerrarse de nuevo?
Ha habido muchos momentos en la historia de la humanidad en los que las mujeres han intentado abrir puertas constantemente cerradas a ellas. A nivel internacional, la Primera Guerra Mundial supuso una gran oportunidad para las mujeres de incorporarse al mundo laboral para volver a ser relegadas de nuevo al final del conflicto al ámbito doméstico. En el caso de España, Clara Campoamor consiguió el sufragio femenino que no volvió a ser una realidad hasta los años setenta.
Cuáles son las características comunes, en su carácter, en las mujeres que “hacen” historia.
Son mujeres valientes, capaces de salir de su zona de confort para enfrentarse a un mundo hostil. Mujeres que se jugaron incluso la vida, perdieron a sus hijos o pagaron con su libertad la defensa de sus derechos no pueden ser calificadas de otra manera. Tanto las feministas como tal que lucharon en la arena pública como mujeres de otros ámbitos como el arte o la ciencia tuvieron que soportar la condescendencia, la crítica y el ataque de una sociedad que no aceptaba que las mujeres fueran algo más que esposas y madres.
Para quien quiera conocer tu obra, qué libro le recomendarías para empezar.
Depende de la temática en la que queráis profundizar. Si queréis una visión global de la presencia de las mujeres en la historia, El papel de las mujeres en la historia de la humanidades una guía muy útil. Para conocer la historia del feminismo, la obra que hice con otras expertas del tema, Feminismos. La historia,es muy interesante. Sobre una época concreta,Mujeres silenciadas en la Edad Mediaos acercará a historias apasionantes de mujeres muy poco conocidas. Finalmente, mi último libro, «Pioneras del feminismo» profundiza en la vida y la obra de las primeras mujeres que lucharon por alcanzar los mismos derechos que los hombres.
Tienes un blog dedicado a la maternidad, http://el-arte-de-ser-madre.blogspot.com/ ¿Crees que, hablando en general, la maternidad sigue siendo la gran cuestión para las mujeres (y la sociedad)?
Creo sinceramente que la maternidad no se ha exprimido al máximo por las feministas. Tendríamos que sentirnos orgullosas de lo único que nos distingue de los hombres y reivindicar primero la libertad de ser madres, pues no todas las mujeres quieren serlo, y defender los derechos de aquellas que quieren tener hijos, pero no quieren dejar de trabajar o sí quieren dedicarse en exclusiva a su familia. Entiendo que es un reto difícil pero aún no se ha abordado recogiendo todas las posibilidades y respetando las decisiones de las mujeres. Ni todas hemos de ser madres ni todas hemos de renunciar a ello, pero todas tendríamos que tener el apoyo de la sociedad.
Las mujeres de Alcobendas cuentan – Presentación en Centro Cultural Pablo Iglesias
El pasado 17 de marzo, presentamos en el Centro Cultural Pablo Iglesias, Las mujeres de Alcobendas cuentan.
Estuvieron con nosotros desde el Alcalde, Rafael Sánchez a la Concejala de Igualdad, Ofelia Culebradas y también Almudena Díaz en representación de la Casa de la Mujer.
Tras la apertura oficial del acto, dimos paso a la lectura de varias de las autoras que quisieron compartir en voz alta sus textos. En estos tiempos tan difíciles queremos agradecer a nuestro ayuntamiento el ceder este espacio para celebrar el acto y también, que tantas mujeres quisieran salir al atril a leer y que otras vecinas y vecinos se animaran a compartir la tarde con nosotras.
Esperamos que al año que viene un segundo volumen pueda ver la luz con más poemas, relatos y testimonios de otras vecinas de Alcobendas.